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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Crucial conversations: Tools for talking when stakes are high
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9781469266824
Editorial: Empresa Activa
La mayoría de las personas suelen recurrir a estrategias tontas a la hora de enfrentarse a una conversación difícil: callan, se vuelven agresivas o recurren a la ironía y el sarcasmo.
Sin embargo, todos podemos cambiar nuestra forma de hacerles frente a estas situaciones para lograr conversaciones sanas y fructíferas. ¡Anímate a descubrir qué hacer para que tus diálogos dejen de frustrarse!
Las conversaciones cruciales, a diferencia de las ordinarias, son interacciones donde:
Este tipo de conversaciones tienen en común que su resultado podría tener un enorme impacto en la calidad de vida.
Generalmente, recurrimos a todo tipo de tácticas para evitar conversaciones cruciales.
Existen algunas complicaciones a la hora de enfrentarlas:
Las consecuencias de las conversaciones frustradas pueden ser devastadoras. La habilidad para hablar abiertamente sobre temas importantes, emocionales y polémicos es esencial para mantener relaciones, carreras, organizaciones y comunidades.
“Todos discutimos acerca de temas importantes. Lo que importa es cómo lo hacemos”.
La mayoría de la gente piensa que debe elegir entre decir la verdad y conservar un amigo. Muchos recurren a la “Alternativa del Tonto”: esto implica guardar silencio o actuar con cierta violencia.
Otros suelen apelar al humor mordaz, las indirectas, los sarcasmos, las insinuaciones y las miradas de desprecio.
Otros aplican la “Ley del Hielo”, que implica darles la espalda a nuestros seres queridos pretendiendo que nos traten mejor.
Lo importante es lograr el diálogo en vez de optar por estas estrategias que pueden conllevar consecuencias devastadoras.
Un diálogo es el “libre flujo de significados entre dos o más personas”.
Todos entablamos conversaciones con nuestras propias opiniones, sentimientos, teorías y experiencias. Esto configura nuestro fondo de significados personal. Dicho fondo nos procura información e impulsa nuestros actos.
Cuando entablamos una conversación crucial, no compartimos el mismo fondo, es decir, nuestras opiniones divergen.
Las personas con habilidad para dialogar hacen todo lo posible para que todos puedan agregar su significado al fondo compartido y garantizar que todas las ideas encuentren su voz. Las decisiones serán más inteligentes cuanto más amplio sea el fondo compartido.
Cuando las personas se guardan los significados (callan), pueden cometer errores colectivos estúpidos.
Tenemos que desarrollar herramientas que nos permitan conversar sobre temas cruciales tranquilamente y alcanzar un fondo de significados compartidos.
Para tener éxito en el diálogo debemos mirarnos a nosotros mismos, comenzar por el corazón, encontrarnos en nuestro interior y centrarnos en nuestros objetivos.
El primer paso es dejar de creer que los demás son la fuente de todo lo que nos aflige.
Las personas con la habilidad de dialogar creen que la mejor manera de “convencer a otros” es empezar por convencerse a sí mismas, y comprenden que la mayoría de las veces son ellas mismas quienes contribuyen a los problemas que viven.
Si mejoráramos nuestra propia perspectiva y nos diéramos cuenta de que en verdad solo nos podemos ocupar de nosotros mismos, los beneficios serían elevados.
Comenzar por el corazón implica saber lo que quieres.
Nuestro afán de “ganar”, “castigar” mediante palabras o “mantener la paz” a partir del silencio nos aleja de la posibilidad de mantener un diálogo sano, y el objetivo de la conversación se desvirtúa.
Debemos centrar nuestras ideas y preguntarnos qué es lo que deseamos conseguir. Hay que detenerse y formular preguntas que nos permitan volver a los motivos que propician el diálogo.
“¿Qué deseo realmente para mí mismo? ¿Qué deseo para otros? ¿Qué deseo realmente para la relación? ¿Cómo me comportaría si realmente deseara estos resultados?”.
Estas preguntas nos ayudan a no perder el norte y a mantenernos centrados.
Cuando notes que te estás inclinando por la violencia o el silencio, detente, presta atención a tus motivos y pregúntate qué dice tu conducta acerca de tus motivos.
Cuando las personas se ven atrapadas en una conversación crucial, se les hace casi imposible sustraerse de la discusión para ver qué les está sucediendo a ellos y a los demás, y por qué.
Para evitar hacer lo inadecuado en situaciones críticas, es esencial aprender a observar y ser sensible a lo siguiente:
Las personas peor dotadas para el diálogo ignoran la necesidad de seguridad. Dicen lo que se les pasa por la cabeza sin consideración alguna por cómo será percibido.
Las personas mejor dotadas no se entregan a juegos: cuando otros se inclinan por el silencio o la violencia, ellas se distancian del contenido de la conversación, procuran seguridad y reanudan el diálogo. Una vez que se restablece la seguridad, pueden hablar abiertamente.
¿Cuáles son las condiciones de seguridad que peligran?
La primera condición de la seguridad es el Objetivo Común que implica que otros perciban que trabajamos en aras de un resultado común en la conversación y nos preocupan sus objetivos, intereses y valores. Cuando se identifique el Objetivo Común, habrá una buena razón y un clima sano para conversar.
Deben importarnos los intereses de los demás, no solo los nuestros. El objetivo tiene que ser verdaderamente común.
El Respeto Mutuo es la segunda condición, y es importante porque garantiza la continuidad de la conversación. Si no hay respeto, el diálogo no puede seguir. Cuando las personas sienten que sus interlocutores no los respetan, la conversación se vuelve insegura y el diálogo se estanca.
Las personas dotadas para el diálogo utilizan las siguientes habilidades:
Estas habilidades contribuyen a restablecer el Respeto Mutuo o el Objetivo Común.
Cuando se trata de emociones intensas, tenemos dos opciones: dominarlas o convertirnos en sus rehenes.
Las personas que dominan el diálogo saben que, si no controlan sus emociones, las cosas empeorarán. Por ello, actúan para modificarlas e influyen en ellas apartándolas.
Existe un paso intermedio entre lo que otros hacen y cómo nos sentimos. Por eso, ante las mismas circunstancias, distintas personas tienen respuestas emocionales diferentes.
En ese paso intermedio, nos contamos una historia. Es decir, atribuimos un significado a la acción que observamos, le asignamos un motivo, añadimos un juicio y luego nuestro organismo responde con una emoción.
Si encontramos una manera de controlar las historias que contamos, por ejemplo, volviendo a pensarlas o contarlas, dominaremos nuestras emociones.
Solo son historias y te las puedes contar de formas muy diversas. Entonces, si controlamos nuestras historias, ellas no nos controlarán.
Las personas mejor dotadas pueden influir en sus emociones de esta forma. Pero, una vez que la historia ha sido contada, esta rige nuestros pensamientos y maneras de actuar, por ello es tan importante cambiar la forma de narrarla.
Además, es importante que no confundas las historias con los hechos.
Cuando debas compartir un mensaje difícil, acuérdate de definir tu camino con las habilidades ANIME. Las tres primeras describen qué hacer; las últimas describen cómo hacerlo.
Las personas que temen al diálogo se refugian en el silencio o la violencia porque allí pueden encontrar cierta “seguridad”, pero puedes adoptar algunas medidas para que los interlocutores se sientan más seguros en el diálogo.
Para aumentar la posibilidad de que otros se abran, debemos encontrar una manera de hacerles saber que no hay peligro en compartir sus hechos, historias y sentimientos, es decir, su Camino a la Acción.
Prepárate para escuchar, estimula el libre flujo de significados y utiliza las siguientes cuatro habilidades PRPO para volver sobre el Camino a la Acción de la otra persona:
Cuando la otra persona comparta sus opiniones, recuerda afianzar el acuerdo y admitir que comparten criterios. También es importante buscar elementos constructivos y no señalar que el otro está equivocado, simplemente compara las opciones que divergen.
Los dos momentos más delicados de las conversaciones cruciales suelen darse al comienzo y al final. El comienzo es peligroso porque debemos crear seguridad, y el final es delicado porque si no tenemos cuidado de cómo clarificar las conclusiones y decisiones, nuestras expectativas se frustrarán.
Cuando nadie se encarga de tomar las decisiones concluyentes, las ideas se esfuman o desdibujan, las personas no saben qué hacer con ellas, y quizá todos esperen que otro tome la decisión.
Si antes de tomar una decisión, las personas involucradas decidieran cómo decidir, se solucionaría el problema. El diálogo no es lo mismo que la toma de decisiones. El diálogo es el proceso, las decisiones vienen después.
Para que tus expectativas no queden frustradas, que no haya falta de decisión y que las conversaciones lleguen a buen puerto, aplica los siguientes métodos para la toma de decisiones:
Para que la decisión pase a la acción, decide quién hace qué y para cuándo, define un programa de seguimiento, mantén un registro y consigue que las personas asuman la responsabilidad.
Uno de los puntos principales de este libro es que las conversaciones difíciles inciden de manera devastadora en las organizaciones, relaciones y vidas de las personas si no sabemos cómo llevarlas a cabo.
Si aprendiéramos a lidiar con este tipo de situaciones críticas, no solo obtendríamos resultados asombrosos de las conversaciones, también lograríamos vivir una vida más saludable y longeva.
Esto se debe a que las personas que fracasan en sus conversaciones rutinariamente suelen tener un sistema inmunológico más débil.
Todos debemos poder entender la importancia de saber comunicarnos bien, sin recurrir a la violencia ni ahogarnos en el silencio.
Si has llegado hasta aquí, es porque te interesa aprender a comunicarte de manera sana, por eso te recomendamos “Comunicación no violenta”, de Marshall B. Rosenberg.
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